Decíamos ayer, a la manera de Fray Luis, que nuestros ilustres diputados, especialmente los que profesan en las filas del bipartidismo, pero también aquellos que llegaron hace poco a las alfombras vendiendo un aire nuevo que es como el que venden enlatado en las tiendas de los museos, se mueven más por intereses particulares que por cuestiones generales. Tras ver el espectáculo del Congreso en el debate sobre la prisión permanente revisable, que ha vuelto a demostrar cómo se puede manipular la vida de los demás, constatamos que la democracia española aún no ha entendido nada lo que está sucediendo en la calle ni en las casas de quienes se supone que representa.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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