En un poema (colosal) que trata sobre la memoria de los días extinguidos –‘Everness’– Jorge Luis Borges escribe que, aunque los hombres podamos perder el recuerdo de lo que hemos vivido, el olvido deviene en un hecho imposible porque Dios lo recuerda todo –y a todos– y “cifra en su profética memoria / las lunas que serán y las que han sido”. La Inteligencia Artificial –en su versión teológica– existía mucho antes de su actual remedo tecnológico. El pretérito es hoy y el pasado, como siempre sostiene Cercas, es una dimensión del presente.El escritor argentino dice aún más: describe el universo como un espejo donde se reflejan un sinfín de rostros porque el Altísimo –usen aquí el sinónimo o sustituto que prefieran– “salva el metal y salva la escoria”. Eso mismo han sido para algunas escuelas revisionistas de nuestra historia reciente muchos personajes que durante los cuarenta largos y oscuros años de la Victoria –el franquismo escribía así su propia era: con una mayúscula perpetua– fueron considerados los intelectuales del régimen, un grupo humano heterogéneo al que Umbral en su Leyenda del César Visionario llama burlescamente los laínes –por Pedro Laín Entralgo, autor del célebre Descargo de conciencia– y cuyos componentes han corrido distintas suertes.
Los Aguafuertes en Crónica Global.