Primer parte de la guerra (electoral) en la Marisma. Una vez resuelta la incógnita inicial –la fecha– aguarda, tras la esquina, la segunda: ¿A qué nivel llegarán las aguas de la inundación de los ultramontani? Nadie lo sabe. Este va a ser el gran misterio del anticipo electoral en la República Indígena, por mucho que en el Quirinale repitan que el adelanto no es tal, sino técnico –que esto no es el colegio, figuras– e insistan en que el acelerón se debe a la necesidad de contar en enero con un presupuesto que perfectamente podía haberse hecho en los cinco meses que le quedaban de legislatura. ¿No presentó Bravíssimo (Juan), Il Grande Tesoriere, dos presupuestos, dos, al llegar al cargo? ¿O es que no podía hacerlo ahora desde Génova? La verdad del cuento del 19J es que la legislatura del cambio (sin cambio) termina sin Ley de Economía Circular y sin dictamen de la comisión de investigación de la Faffe únicamente porque al Reverendísimo le viene un poco menos mal –bien ya es imposible– que a finales de año. En esto, el Adelantado Marín, envidia de las academias, prodigio de los ateneos, tiene toda la razón: los presupuestos de 2023 necesitan una mayoría parlamentaria favorable. Hasta este lunes, potencialmente existía o podía lograrse (en función de cómo fueran las cuentas de San Telmo) con Vox o con el PSOE. A partir de ahora, todo es una incógnita.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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