El alcalde de Sevilla es un estadista. Un tipo con porte. Un político optimista. Un hombre al que todo, absolutamente todo, le parece bien. Lo suyo es la concordia, el buen rollo, la simpatía espontánea y natural. El hombre tiende a ver la botella medio llena siempre. Es así. Tiene un carácter en positivo, nunca manifiesta sentimientos negativos. Tanto que considera que desde la Expo 92 en Sevilla no ha sucedido nada más importante, coronaciones de vírgenes aparte, que el I Foro Global de Gobiernos Locales, que hace unas semanas le permitió hablar -por los codos- de su verdadera pasión: las políticas medioambientales.
Archivo de diciembre 2017
Las lágrimas de los cocodrilos
El pulso del nacionalismo contra la democracia española, que aunque imperfecta es la única que por ahora tenemos, ha provocado, como era previsible, un interminable carrusel de antiguos altos cargos autonómicos acudiendo a los juzgados para explicar ante un juez lo que todos hemos visto (varias veces) en directo: la comisión de (supuestos) delitos contra el ordenamiento constitucional. Han desfilado todos menos Puigdemont, huido a Bruselas en busca de la enésima internacionalización de un conflicto que no existe –ni existirá– porque no estamos ante un litigio político, sino frente al capricho de determinadas élites de apropiarse de lo que nos pertenece a todos: la cultura y los haberes de la Cataluña plural. El saldo de esta aventura está siendo magro; los costes, sobre todo para la sociedad catalana, tremendos.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
Clarín, un idealista contra el soberanismo
La historia es la madre de todas las analogías. Y el catálogo más fiable de las pesadillas humanas. La situación política catalana, marcada por un delirio partidario que está quebrando el principal patrimonio de cualquier país, que es la convivencia civil, reproduce muchos rasgos de los graves episodios de tensión regionalista acontecidos a finales del siglo XIX, cuando una España agraria, atrasada y caciquil se quedó sin sus últimas colonias de ultramar. Obviamente, los actores en liza son distintos. El lenguaje tampoco es exacto. Y muchas circunstancias son divergentes. Pero la disyuntiva básica de aquel entonces –cómo reinventar una nación en franca decadencia– se reproduce más de un siglo después con una sorprendente obstinación, lo que demuestra que el problema de España es un bucle sin solución.
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Somos los mejores
Uno de los rasgos más inquietantes de la infantería susánida, siempre en posición marcial ante los deseos de la Reina de la Marisma, es la vehemencia con la que se refieren a Andalucía como «nuestra tierra». Pareciera que llevan toda la vida arando los surcos sagrados de los ancestros del lugar para obtener -con sudor y trabajo- los frutos de la naturaleza. Y no, oigan. En absoluto. Su negocio es el negociado, esa industria que consiste en mezclar lo público con lo privado y lo particular con lo que nos pertenece a todos. A unos días para los actos del guateque patriótico, que está reportando a los heraldos grandes beneficios a nuestra costa, acabamos de saber que el vicario de las Cinco Llagas, ese prohombre, ha tenido la ocurrencia de contratar una campañita sobre la efeméride a una empresa donde trabaja su sobrino.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
Plaza Nueva: ponerse las pilas
No sé si se han fijado ustedes, queridos indígenas, pero últimamente el gobierno municipal de Sevilla ha metido la directa. Nuestro alcalde, que la pasada semana debió disfrutar lo suyo con la cumbre sobre la sostenibilidad y las ciudades, donde se ha hablado de todo lo que no hacemos el resto del año, ha ordenado poner la máquina a todo gas y, de repente, han aparecido, como por sorpresa, un proyecto -virtual- para reurbanizar la calle Torneo, que lleva un cuarto de siglo hecha un desastre; nueve proyectos que en Urbanismo llaman estratégicos y que consisten en tematizar las calles de diferentes ejes urbanos; la Policía Local ha empezado -de forma tímida- a aparecer en los enclaves que llevan lustros sufriendo los estragos de la movida, se ha firmado el convenio laboral del sector de la hostelería, las cofradías de la Madrugada han acordado sus itinerarios -esa cuestión capital que no nos dejaba dormir- y llega, con aire primaveral, la navidad sevillana. Todo al mismo tiempo.
La Noria del miércoles en elmundo.es.