El escritor Joseph Conrad, experto en las artes de la marinería, escribió: «Recuerdo mi juventud y ese sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres». Lo primero que aprenden los marineros es que, frente a una verdadera tempestad, nadie es inmortal y, aunque no se crea en nada, rezar no estorba. El símil es extrapolable a la Marisma, que es la tierra invadida por el mar (en este caso, tempestuoso). Tras la sentencia de los ERE, que va camino de convertirse en el nuevo Estatuto de la República Indígena, los partidos que abrevan en las Cinco Llagas, venerable Hospital de la Sangre, quieren hacer eso -sangre- con Su Peronísima (marchita), que ahora hasta se niega a ir a debatir a casa de sus antiguos heraldos, que juegan a dárselas de independientes cuando únicamente han cambiado de bando. ¡Tremenda ralea!
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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