Las elecciones autonómicas en Andalucía, planteadas desde Madrid como un plebiscito sobre Pedro Sánchez, aunque en el ámbito regional dirimieran otra cuestión –la disyuntiva entre retornar al pasado o consolidar el presente–, se han resuelto a favor de Moreno Bonilla (PP) con una mayoría absolutísima, inaudita en la historia política de la gran autonomía del Sur. Un triunfo rotundo que le permite, al mismo tiempo, continuar en el Palacio de San Telmo, abrirle una vía de agua –con pronóstico grave– a la Moncloa y poner en cuestión el ascenso estatal de Vox. Todo en un solo movimiento. Sin carambolas. Gracias a la táctica del imán. Moreno podrá gobernar hasta 2026 sin problemas y sin depender de los ultramontanos. Se convierte además en el barón regional más poderoso del PP, ensombreciendo incluso a Feijóo. Su victoria, equiparable a la etapa dorada del PSOE de Manuel Chaves, instaura una nueva hegemonía en la política meridional con indudable proyección estatal a corto y medio plazo. El presidente de la Junta, igual que un embudo, recoge votos de todos los sectores sociales. Su candidatura dobla escaños, sobrepasa con holgura la mayoría aritmética necesaria y crece en más de 813.000 votos. Lo nunca visto.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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