“No hay falsedad tan insensata que no la apoye algún testigo”, anuncia Plinio el Viejo en su Naturalis Historiae. En política acontece un fenómeno idéntico: para dar fe pública de cualquier impostura, en lugar de espectadores, sobra y basta con un argumentario que dote de coherencia (aparente) el capricho soberano de quien manda. El inminente adelanto electoral en Andalucía, que se presume para junio y que activará la rueda de Boecio que impulsa la política en España, ese carrusel de buenas y malas fortunas, contaba con una excusa verosímil a finales del pasado año. Moreno Bonilla dejó pasar la ocasión. Ahora que se da por hecho el final anticipado de la legislatura –a la que le restan ocho meses– el presidente de la Junta carece de un móvil indiscutible, salvo que en este concepto se incluya el interés partidario. La gran autonomía del Sur, que por tamaño y población es perfectamente equiparable a algunos países europeos, enfila las vísperas de unas elecciones inciertas en las que lo que se va a dirimir sustancialmente es si las dos derechas que han sobrevivido a la famosa foto de la Plaza de Colón –PP y Vox– se ven obligadas a caminar juntas, cual hermanas siamesas, o podrán emanciparse mutuamente la una de la otra. Esta es, como dicen en Colombia, la vaina.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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