LA última barrera de resistencia frente al coronavirus, que es la mental, está hecha añicos. El Reverendísimo lleva días preparando el escenario -«Habrá que tomar medidas difíciles»- para un confinamiento domiciliario que, en términos jurídicos, no puede decretar sin incurrir en una contradicción. Mayormente, porque su gobierno lleva meses, con el Adelantado Marín, envidia de las academias, en indudable vanguardia, diciendo justamente lo contrario: «Todo está controlado. Esto es seguro». ¿Controlado? Y un cuerno. En la República Indígena no es que ya no funcione la asistencia primaria y los hospitales vayan camino del colapso, es que no trabajan ni los registros públicos. Si pides cita para entregar un papel en una delegación de Asuntos Sociales te dan audiencia dentro de dos meses. Para entonces quizás estés muerto.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
Deja una respuesta