Los ojos de un hombre condensan su pretérito, resumen su presente y, en ocasiones, auguran su porvenir. Será para siempre una incógnita el matiz exacto de la mirada que Miguel Blesa, el bancario que creyó ser banquero, expresidente de Caja Madrid, dirigió el último día de su vida en la Tierra al resto de inquilinos —circunstanciales— de la finca cordobesa de caza donde, según los indicios y la autopsia, se quitó la vida con un escopetazo bronco que destrozó su corazón y sembró de espanto —el material en el que se convierten los sueños fallidos— los informativos del día, que recibían así, a bocajarro, el material negro del último capítulo de su historia pública. A pesar de la vulgaridad del final, al relato de su existencia podemos aplicarle un título a la antigua: Auge y caída de un ejecutivo bancario. Del todo a la nada.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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