Todos los gobiernos del mundo, desde las más altas magistraturas de las naciones hasta los consistorios de los más humildes villorrios, tienen algún político inquietante. Uno de esos personajes que no se sabe bien si hacen de malos -en el sentido cinematográfico del término- o es que realmente lo son. Pasa en los ejecutivos de izquierdas y en los de derechas. También en los de extremo centro. Incluso en los gobiernos quietistas, como el que preside como alcalde nuestro querido mosén, Juan Espadas. ¿Quién es semejante concejal en la corporación de Sevilla? Diríamos, sin duda, y por supuesto sin intención de faltar, sino impelidos por la urgente necesidad periodística de ser descriptivos, que el edil de Seguridad Ciudadana, Movilidad y Fiestas, Juan Carlos Cabrera, que se incorporó al equipo municipal del PSOE desde las filas del monteseirinato, aquel quattrocento que nunca fue tal. Cabrera ha pasado toda su vida pública al amparo de las instituciones. Ahora es uno de los hombres fuertes del Ayuntamiento sevillano, donde llegó después de estar apesebrado en la Diputación Provincial (Sevilla Activa).
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