No hay nada comparable a comer como los señores, sin limitarse al menú del día -ese rancho infame- y disfrutando de los deseos culinarios íntimos. La política indígena, que es un perol en el que el reparto de raciones no es equitativo, se ha convertido ahora en un concurso de master chef donde los concursantes -léase los partidos políticos- te explican con deleite cómo se fríe un huevo. Es lo que ayer vivimos al ver al dúo de las derechas -que es un trío con apariencia de pareja- adelantar su balance de los primeros cien días de cohabitación. Todo espontáneo, por supuesto. Que se vaya a votar este domingo no tiene ab-so-lu-ta-men-te nada que ver. Los capitanes del cambio (que no es cambio, sino escabeche maximus), el Reverendísimo Bonilla y el Adelantado Marín, tanto monta, monta tanto, estuvieron dos horas -con sus 120 minutos- explicando que han cumplido veinte medidas de su acuerdo y mostrando la indiscutible solidez de su relación marital. Les felicitamos por el pseudo-aniversario de boda, pero los divorcios -tarden más o menos- comienzan con una sonrisa.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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