En la Santa Marisma tenemos una oposición política que ni es oposición ni es política. Se preguntarán ustedes, queridos indígenas, cómo es posible. Yo también. Son las maravillas de vivir todo el año en terreno pantanoso. Con la décima legislatura aproximándose a su fin, que será prematuro no sólo porque acabe antes de tiempo, sino porque a efectos prácticos no ha llegado a ver la luz debido a que el susanato ha convertido las Cinco Llagas en una iglesia con vicario (pensionado), los grupos que deberían controlar al Gobierno o están ya en modo preelectoral -es el caso del interino Bonilla (Moreno) y de la confluencia entre los violeteros de Podemos y las huestes del Argonauta Maíllo- o, como sucede con los naranjitos del Adelantado Marín, un día dicen una cosa, el otro la contraria, y más tarde no hacen ni lo primero que han dicho ni lo que han dejado de decir que iban a hacer.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo
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