No existe nada más poderoso, y al mismo tiempo más peligroso, que la verdad. En literatura suele ser una verdad íntima, personal. En periodismo, en cambio, nos manejamos con lo que llamamos la verdad pública, que es una aproximación inexacta, pero sincera, a los hechos ciertos. Ambas cosas –el periodismo y la literatura, la intimidad y el rostro que proyectamos ante los demás– en el fondo vienen a ser la misma cosa. De ambas escribió con una maestría envidiable George Orwell, cuya obra como cronista y novelista se adelantó a su tiempo, creando algunos de los conceptos gracias a los cuales entendimos –demasiado tarde– la larga cadena de los totalitarismos del siglo XX, que aún siguen vivos, disfrazados bajo nuevas formulaciones, como la famosa revolución de las sonrisas, en el tiempo de nuestro presente.
Letra Global
El niño que pinchó el globo
Juan Goytisolo, difunto reciente en Larache, vivió en mitad de ninguna parte, que es la patria de los auténticos apátridas. De su recorrido por este mundo ancho y ajeno, al decir de Ciro Alegría, uno de los padres de la literatura indigenista peruana, dejó muestras de las dos únicas formas posibles: narrando algunos acontecimientos personales y evocando, con el lirismo que sólo es posible conseguir a través del prosaísmo literario, vivencias íntimas; desnudándose, en definitiva. Cualquiera que quiera descubrir el itinerario vital de Goytisolo y de paso aprender un poco de la vida debería leer Coto vedado y En los reinos de taifa.