Gracián, que era un tipo ingenioso y barroco, decía que la vanidad del mundo nunca dice basta. Habría que añadir que tampoco es amiga de la verdad. La presunción de eficacia, a la que tan proclive es Su Peronísima, alteza plenipotenciaria, supone un acto de inmodestia. Son los demás los que deberían considerarnos eficaces, nunca nosotros. Pero el sentido de la prudencia no cotiza mucho en la República Indígena, desde donde la Querida Presidenta ha respondido a la carta de Montoro sobre la violación de la regla del gasto diciendo que su gobierno cumple con el déficit y que Andalucía, en materia presupuestaria, es una réplica de Alemania. Nos llama la atención el verbo empleado por la Reina de la Marisma: cumplir. Implica la existencia de una deuda que debe ser saldada. Es una curiosa forma de entender la política: lejos de los principios y más cercana al ámbito mercantil. El negocio del peronismo rociero consiste justamente en esto: prometer cosas a los amigos y cumplirlas a nuestra costa.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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