No existe enemigo más temible que el destino a la hora de cobrarse (en seco) las cuentas pendientes. Max Aub, escritor del exilio republicano, acaso quien mejor ha expresado la verdadera condena de los transterrados, que no fue la huida de España, sino el olvido categórico al que esta ausencia los condenó, escribió que el fatum de un hombre es una suma de limitaciones. «De ahí» -explicaba- «su acento trágico». Tener buena voluntad, a veces, no es suficiente. Para salvar vidas es necesaria la eficacia. No abunda en exceso en la Marisma. Mientras todos los partidos políticos se preparan para el adelanto electoral, que llegará (con la excusa correspondiente) a comienzos del próximo año, el coronavirus vuelve a contagiar (y a matar) a los ancianos en los asilos. Es el ritornello de la muerte impávida.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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