Rindiendo honores a la célebre frase de Tolstoi, podríamos decir que todas las tomas de posesión se parecen pero cada una tiene sus maneras. La de Juan Manuel Moreno Bonilla, el Reverendísimo nuevo presidente de Andalucía, no fue una excepción a la ley inmutable de estos tiempos que exige convertir un acto burocrático en un inevitable teatro social. Si las dos coronaciones previas de Susana Díaz transformaron el Parlamento regional en comuniones marismeñas, el ascenso a la magistratura autonómica de Bonilla hizo que el antiguo Hospital de la Sangre de Sevilla albergara ayer el desembarco escénico de las dos almas del PP -la ganadora y la perdedora de su último congreso-, destacados cargos institucionales del partido conservador, y un desfile de moda, vanidades, sonrisas y abrazotes sonoros.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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