En este teatrillo de marionetas sordas que Su Peronísima y el Quietista han acordado para escenificar la transición en el PSOE indígena, que no es más que un mayúsculo cambio de gorra sin que la sustancia del guiso (en escabeche) se altere, cabe observar lo mucho que les gusta a nuestros próceres el ritual de sí mismos y la poca afición que, en cambio, tienen a admitir la verdad. Sobre todo, aquella que les afecta. El pacto entre la Reina (destronada) y su mantillo se nos presenta como un acuerdo pacífico para evitar la intervención directa de Ferraz en San Vicente -vía gestora-, mantener la organización al margen de la dirección federal y no humillar en exceso -con una dimisión inmediata, que es lo que hubiera correspondido- a quien más ofendidos tiene a sus espaldas, a la que ya han buscado un acomodo (pensionadísimo) en el Senado, ese cementerio de elefantes y cebras, sin que cuente con méritos conocidos para cobrar (ya veremos hasta cuándo) un sueldo de las arcas públicas.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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