El poder consiste, básicamente, en decidir cuánto dinero tienen los demás en el bolsillo y fijar los criterios para repartir lo requisado. A la contribución (forzosa) en favor de una causa religiosa se le denomina óbolo. En la Edad Media se llamaba diezmo. Ahora son los tributos. A juicio de los neoliberales, cobrar impuestos es un atentado contra la libertad; para los socialdemócratas, en cambio, permiten redistribuir (socialmente) la renta. Sobre este asunto ha girado históricamente el reparto del poder territorial en España y la eterna cuestión sobre las autonomías. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, todavía anda ocupado con la investidura, la primera batalla de la nueva legislatura. La segunda será la guerra (inmediata) de la financiación autonómica. Un asunto capital que es la causa última de la mayoría de los discursos políticos: la singularidad vasca, la excepcionalidad navarra o el problema catalán.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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