Tras la última de las prédicas solemnes del Reverendísimo Bonilla, el hombre al que nunca se le arruga la chaqueta (aunque sea marrón), nos hemos desayunado (a la hora del ángelus) con la noticia de que en la Junta hay un agujero (negro) de casi 9.000 millones de euros correspondiente a todas las deudas, incluidas subvenciones a la carta, que la autonomía no ha reclamado nunca a su club de deudores favoritos. Algunas tienen tres décadas, apenas seis años después del primer gobierno del PSOE. Las dimensiones de este limbo equivalen al 25% del presupuesto. Un dinero, procedente de nuestros impuestos, que ha salido graciosamente de las arcas de la Junta -unas veces por las tuberías; en otros casos por transferencias; no son descartables otras vías- y que jamás ha sido justificado debidamente. Son débitos que nunca se cobraron (y que alguien se ahorró) y préstamos no reintegrados. Nada nuevo, por supuesto.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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