El arte más depurado se oculta en los objetos pedestres. Desde el comienzo de los tiempos, que son tales porque de alguna u otra forma ambicionamos su cómputo, que también es el nuestro, todas las culturas han tratado de medir la sucesión de los días (y sus noches) en función de los prodigios de la astronomía o el rigor (derrotado) de los cálculos matemáticos. La búsqueda de un registro universal de la vida ha dado lugar a coincidencias (sin entusiasmo) pero rara vez ha obtenido la unanimidad. Existen tantos calendarios como culturas. Todos son convenciones. Ninguno dice la verdad, pero con la que anuncian nos organizamos.En las primitivas calendas romanas cada año comenzaba con la visión categórica de la luna y el cómputo de las jornadas era necesario para llevar la cuenta de las transacciones en los negocios. En la política indígena ocurre algo equivalente: como todo se ha vuelto comercio, es pertinente levantar relación de lo sucedido, aunque sean vueltas de más en la noria de las repeticiones. El 2021, que expira en cinco días, ha sido un año sin principio.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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