El día después de unas elecciones se parece mucho al fenómeno meteorológico del arcoíris. Todos miran el cielo como si fuera de colores, aunque la realidad -electoral- sea en unos casos inquietante y, en otros, agria. Todos sonríen, pero la procesión va por dentro. Según la Biblia, el arcoíris es un regalo de Dios a los hombres para garantizar que el diluvio no se repetiría. Un acto de cinismo divino: quien ha querido ahogarte te dice, tras la tempestad, que ya no volverá a pasar. Suponemos que esto, o algo parecido, es lo que fue a decirle Su Peronísima (marchita) a Sánchez, the Conqueror, a Madrid. La Reina (caída) ya no viaja con su peluquero, sino con Cornejo, que de melena, digamos, anda escaso. Entre los susánidas es ahora la tendencia: Ella inició esta etapa cortándose las puntas, según anunció en twitter.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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