El poder, por lo general, es una forma de violencia que se ejerce sobre los demás de forma sutil o directa. No hay que explicar mucho al respecto. La política funciona desde hace siglos de esta manera. En las sociedades occidentales llegar a la cumbre, aspiración íntima de cualquier gobernante, implica alzarse sobre la humillación de los otros. El podium donde el ungido recibe la corona de laurel, símbolo de la gloria terrenal, está sostenido sobre las testas doblegadas de sus iguales, que dejan de serlo el día mismo que asumen la nueva jerarquía. Vox ha elegido asaltar el poder institucional en Andalucía dos años y medio después de facilitar un absoluto cambio de era: el fin de la hegemonía socialista en la gran autonomía del Sur, seguida del comienzo de un inédito gobierno de derechas que al final no lo ha sido demasiado. Desde 2018 los ultramontanos, con mayor o menor intensidad, han condicionado la acción política de la Junta sin padecer el desgaste que implica gobernar.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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