“El amor abre un paréntesis; el matrimonio, lo cierra”, escribió Víctor Hugo con un evidente sentido de la ironía. De ser cierta tal afirmación, podríamos decir que el gobierno de las tres derechas reunidas en Andalucía ha asumido por primera vez en los últimos dos años que los sentimientos (incluidas las pulsiones políticas) son un material excesivamente voluble. Casi explosivo. Lo que un día aparenta ser tan sólido como la piedra de las catedrales una jornada después puede diluirse perfectamente entre las manos, como la arena seca de la playa. El vendaval político provocado por la decisión de Cs de apoyar al PSOE para sacar adelante una moción de censura en Murcia –en contra del PP–, y su correspondiente reflejo en Castilla y León y en el súbito adelanto electoral de Madrid, ha causado réplicas en la gran autonomía del Sur, hasta ahora exenta de la inestabilidad que marca la política española mientras el coronavirus continúa matando, contagiando y destrozando el país. Se trata de turbulencias relativas –que por ahora no amenazan con derribar el avión de la Junta– pero que han hecho recordar a los pilotos de la nave que no existe la travesía tranquila. Aunque el plan de vuelo diga una cosa, cualquier singladura aérea supone un riesgo hasta que se alcanza el destino.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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