Los hechos, sobre todo cuando adquieren una recurrencia dramática, tienen la virtud de no engañar nunca a nadie, salvo a quienes insisten -en contra de las evidencias- en querer salir con buena cara de lo que es el preludio de un entierro. Carcajearse en mitad de un funeral fue considerado durante un tiempo lejano un acto con sentido surrealista e inspiración subversiva: la impertinencia avant la lettre siempre se complace en cuestionar las convenciones gremiales y sociales más íntimas. Es una indudable ruptura del decoro, por usar el viejo y noble lenguaje de los antiguos retóricos, pero que contiene un sustrato de verdad: tanto el llanto de un doliente como la risa de un bufón pueden tener una misma mueca de dolor. En el caso de la decadencia (sostenida) del socialismo en la Marisma, otrora hegemónico y ahora hundido, con parte de su patriarcado a un paso de la cárcel (para asombro sobre todo de ellos mismos, que hicieron de la República Indígena su predio particular), y el resto con necesidad de cuidados paliativos, con una camada no ha sabido conservar los muros de la casa familiar, el quebranto (que sin duda sienten los militantes honestos) se mezcla con lo ridículo.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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