El capitalismo indígena, que es una singular variante del arte del comercio, pues más que hacer y vender cosas (útiles) trafica con el arbitrario ámbito de las influencias, estableciendo como modelo económico de nuestras élites la industria de la intermediación, en perjuicio de una verdadera economía productiva, requiere de la estrecha colaboración de los políticos en tanto en cuanto administradores del presupuesto. Existen excepciones, por supuesto, pero la historia económica de la Marisma, igual que la del resto de España, está marcada desde hace al menos dos siglos por la connivencia (cuando no por la identidad) entre los próceres del Mediodía y esos negociantes que se llaman a sí mismos empresarios, pero que no lo son aunque pueblen los consejos de sus sociedades con políticos retirados. Esa gente ejemplar.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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