Las cornetas suenan en la Marisma. Los socialistas indígenas, famélica (o quizás no tanto) sucesión de tribus belicosas, van a celebrar por fin su concilio. Será dentro de un año. Dicen que en política doce meses es mucho tiempo, pero en los muros de Jerusalén los profetas antiguos dejaron escrito que, para los condenados a muerte, apenas significan un suspiro. Cuando la vida (política) se te escapa entre las manos, el tiempo de espera no es grato. Sólo es la antesala del naufragio. El mal del PSOE, de todas formas, no es nominativo, sino comunal, aunque sus reyes, condenados por delitos imperdonables, tengan mucho que ver con su actual postración. Si cumplido el próximo solsticio de invierno los presbíteros no escenifican una ruptura con su pretérito, la organización que ha gobernado la República Indígena tres décadas y media pasará definitivamente a la Historia. Incluso aunque siga formalmente existiendo.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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