Luigi Pirandello, probablemente el mejor dramaturgo de su tiempo, cierra el acto primero de Así es (si así os parece) con la sonora carcajada de Lamberto Laudisi, una de sus criaturas, que ríe sin decoro cuando la conducta del resto de personajes de esta farsa filosófica evidencia que es imposible descubrir el verdadero rostro de la verdad porque cada uno de los seres que le rodean cree que la verdad es lo que ellos desean que sea, no lo que realmente es. La interpretación social de la crisis del coronavirus, que es múltiple y al mismo tiempo pavorosa, replica exactamente esta misma escena. Cada uno de los actores políticos y sociales afectados por la pandemia y sus catástrofes han comenzado a desentenderse de los muertos ciertos, cuyo número exacto todavía desconocemos, para gestionar (a su favor) los decesos virtuales, que son los que les ayudan a sostener su relato político. La gestión del coronavirus se ha convertido, de esta forma, en un obsceno desfile de méritos y deméritos, cuando todos los implicados institucionales en el manejo de la tragedia –Gobierno y autonomías– tienen infinitas sombras que ocultar.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
Deja una respuesta