Podemos darlo por confirmado: la Reina de la Marisma ha entrado en la fase aguda del delirio (político). No nos deleita hacer leña del árbol caído, pero menos aún nos gusta faltar a la verdad. Su Peronísima (reducta) tiene un problema con la realidad: la ve pero no la entiende, la mira pero no la comprende. Y ha elegido continuar con una ceguera selectiva que puede conducirla al cadalso, una vez perdida la corona del Quirinale. De entrada dice que ha «ganado las elecciones». Debe ser la única que lo piensa. Sus huestes, dado que la leña va a desaparecer pronto, andan ofreciéndose a Ferraz o afilando los cuchillos, no se sabe si para interpretar al Julio César de Shakespeare o para proceder como Mishima. O ambas cosas.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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