“No saldrás de aquí sin cicatrices / Es un camino largo, es un sendero largo y estrecho”. Son los versos de una de las canciones de la etapa crepuscular de Bob Dylan, un blues impulsado por un rotundo riff de guitarra sobre el que Mr. Zimmerman va escupiendo las palabras de una letra categórica. Parece escrito para Ciudadanos (Cs) en Andalucía, que algo más de un año después del pacto de las derechas reunidas que descabalgó al PSOE del poder, tras casi cuarenta años de hegemonía, los últimos prolongados gracias al partido naranja, empieza a hacerse preguntas sobre los beneficios de su alianza con el PP y Vox. Si la política consiste en elegir una entre varias opciones, los dirigentes de Cs en el Sur no hacen política. Ocupan la mitad de las altas magistraturas de la Junta de Andalucía y tienen un grupo parlamentario con 21 diputados, pero todo este poder institucional no les permite definir su futuro. Su estrategia tiene una dirección única: mantener a toda costa la alianza de las derechas. Cualquier hipótesis distinta implicaría caer en la irrelevancia. Parece obvio que compartir el poder autonómico con el PP en la Junta no es poca cosa, pero lo cierto es que el papel de Cs dentro del gobierno de Moreno Bonilla, si lo comparamos con el creciente ascendente del PP y la relevancia parlamentaria de Vox –sin los que no existe una mayoría política estable–, se ha tornado cada vez más secundario. El margen de movimientos del partido que dirige Juan Marín, formalmente vicepresidente de la Junta, es estrechísimo.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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