Antaño, cuando la educación todavía no se había estropeado, no se podía pasar de curso sin superar todas las asignaturas y la vida se distinguía de lo que podríamos denominar el mundo piruleta de la sororidad, paradigma de los activistas adolescentes, solía decirse para expresar la temeridad que supone hacer afirmaciones categóricas sin un análisis previo de cualquier asunto que la ignorancia era osada. Era una forma piadosa de no llamar tontos a los tontos. En estos tiempos, digitales y extraños, ya sabemos que los ignorantes pueden ser ágrafos escolarizados y, por supuesto, formar parte de un Parlamento, representando a sus iguales. Parece ser el caso de Jenn Díaz, diputada de ERC, de profesión sus libros. En un ejercicio asombroso, la parlamentaria independentista identificó esta pasada semana al flamenco, un arte bastardo y sin patria cierta, con el franquismo. Así, sin anestesia.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
Deja una respuesta