La frase, origen de la madeja del caso ERE, cuya sentencia esperamos como las lluvias de un otoño que (casi) se ha extinguido en la Marisma, decía así: «La Junta colabora con quien colabora». Una sentencia con una violenta redundancia expresiva. Desde que la oímos por vez primera, incluido el elocuente silencio que acostumbra a acompañar a estas declaraciones que insinúan sin concretar, pero que lo confirman todo, un día se cayó el telón de las mentiras y empezamos a ver (claro como la mañana) que tras cuarenta años de autogobierno no hemos avanzado nada desde nuestro pretérito agrario, caro siciliano. Las apariencias sugieren otra cosa, sí, pero se trata de un error óptico: lo importante no es la sonrisa de los políticos. Son sus decisiones sobre nuestro dinero. En la Consejería de Cultura (del escabeche) han inventado ahora una variante del versículo: «La Junta colabora con quien colabora (con el Patrimonio)».
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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