Desde luego, el Altísimo (si lo hubiera o hubiese) no ha llamado a ninguno de nuestros grandes próceres por la senda de la humildad, virtud que consiste en relativizar los logros propios y admitir los defectos con sinceridad. Según la etimología, el significado original del término procede de las clases sociales menesterosas, extendiéndose más tarde -en gradación divergente y sentido metafórico- a las altas magistraturas y las cunas de caoba y terciopelo, donde históricamente no era costumbre. Suele ocurrir así: quien paga, necesita recrearse en su cuore. Le ocurre al Reverendísimoy al Ungido, la nueva pareja de baile de la tarantela electoral de 2022 en la Marisma (versión estival de junio o cover de octubre). Ambos vienen de hogares intermedios -sus familias no eran pobres ni ricas- pero ninguno es lo que se dice discreto. Hasta cierto punto parece natural: nadie se mete en política –o vive de ella, puesto que no se les conoce otra actividad que no haya sido guardar su turno para besar el anillo ante las puertas de las cámaras de Versalles– para pasar desapercibido.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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