LA escenita de esta semana en las Cinco Llagas, que para algunos duelen como si fueran ciento, justo tras la aprobación de los primeros presupuestos de las derechas, que al mismo tiempo pactan lo que les interesa con los susánidas para que después éstos nos deleiten a todos con el pregón de «la extrema derecha» –tremendismo de argumentario, podríamos llamarle a la cosa–, fue colosal, épica. Quince minutos inolvidables. No sólo porque Su Peronísima (marchita) le negara el saludo a Bravo (Juan), el consejero de Hacienda, que parece un tipo tan servicial como simpático –no es lo mismo ser lo primero que lo segundo–, sino porque la bancada socialista, que casi siempre funciona como una barra brava argentina –el peronismo rociero no es neutral–, este jueves se salió de madre.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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