La primavera se acerca y, ¡oh maldición!, el tripartito -la coalición de facto que el Adelantado Marín dice no saber qué es, aunque haya estrenado despacho y cargo gracias al voto ultramontano– se desayuna con una estadística que dice que el paro vuelve a crecer en la Marisma. En febrero, sin acometer aún el ajuste que el gobierno andaluz prometió hacer, y que ya veremos en qué queda, tenemos 4.596 desempleados más que colocan la cifra total de parados patrióticos en 813.359. No podemos decir que el inicio del asunto haya sido un éxito. Ellos dirán -va a ser la tónica dominante hasta otoño- que acaban de llegar. Y es cierto. Tan verdad como el hecho -indudable- de que los males de Andalucía no los va a solucionar un simple intercambio de cromos, que hasta ahora es lo que estamos contemplando desde la toma de posesión del Reverendísimo Bonilla, que se ha ido a Terrassa a prometer que velará por los derechos de «los andaluces en el exterior», como si Cataluña estuviera en Marte.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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