En El largo adiós, probablemente la mejor novela (negra) del escritor norteamericano Raymond Chandler, un personaje le dice a otro: “Bien, tiene usted cien millones de dólares, pero con todo ese dinero sólo ha comprado decepciones”. La fortuna no garantiza que sucedan los milagros. Tampoco lo logran los votos. Una guerra no es exactamente lo mismo que una batalla. Y un triunfo dista de ser una victoria (puntual). Las primarias del PSOE en Andalucía parecen lo primero pero, dado el cariz que ha tomado la competición entre los grandes candidatos, se asemejan mucho a lo segundo. Sin dejar de ser al tiempo ambas cosas. En la contienda entre Susana Díaz, mujer de aparato, criada en la fontanería del partido, gobernante absolutista, y Juan Espadas, el elegido por Ferraz para consumar los idus de junio, no va a librarse por completo el control del partido en el Sur de España. Sería así en circunstancias normales, pero el enfrentamiento entre ambos –el tercer candidato, Luis Ángel Hierro, aspira a poner en el mercado en favor de cualquiera de los dos contendientes su cuota de fieles– nada tiene de convencional ni de ordinario. Es, más bien, un desgarro colosal.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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