“Quod natura non dat, Salmantica non præstat”. Este proverbio latino está escrito (en piedra labrada) en la fachada de las escuelas menores de la universidad castellana, como un desafío del sentido común ante el espejismo –tan frecuente– que suele confundir los galardones y la púrpura (en este caso académica) con la verdadera sabiduría. No hay credencial que garantice la inteligencia, ni tampoco alta magistratura capaz de obrar el milagro del carisma natural. Especialmente en la política indígena, donde se le llama líder a un jefecillo de escuadra o se considera estadista a un presbítero de aldea. El carácter no se hereda ni depende de una votación parlamentaria. Se tiene o no se tiene. Es una ley infalible.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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