Morir(se) es el arte más difícil que existe. Sobre todo porque se trata de un arte efímero: sucede sin dejar ningún recuerdo en quien lo practica y tiene, para aquellos que lo contemplan, el rostro desfigurado de una pesadilla. El cerebro olvida la muerte para poder seguir pensando.
(Noventa minutos).
Los viejos viven hasta el último día de su vida las mismas pasiones que los jóvenes.
(Noventa minutos).
Su rutina, sin embargo, es una ingrata suma de infortunios.
(Noventa minutos).
No existe la vejez idílica. Envejecer es un cuento de terror.
(Noventa minutos).
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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