Superada la primera quincena de julio -el mes más tórrido del año- podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que este verano en la Marisma está siendo mucho más piadoso de lo que esperábamos. Sí. Hasta el punto de que hemos entrado -en lo político- en un solsticio que hace decaer la atención general. Ya no es noticia ni que el cambio no es cambio (sino escabeche) ni que Su Peronísima (marchita) intente llamar la atención acudiendo a la toma de posesión (interruptus) de su tito, Villalobos, en la diputación sevillana, donde el sanchismo ha bajado la cerviz lo suficiente –Toscano ya no influye tanto en la Moncloa, a pesar de tener hasta un embajador empotrado– como para que los susánidas (todavía a sueldo de todos) puedan pensar que su ocaso no es definitivo, sino temporal.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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