La política indígena es como una obra de los hermanos Álvarez Quintero en bucle perpetuo. El teatro es la Marisma, el guionista es un peronista (rociero) y las risas, por supuesto, están enlatadas y subvencionadas. Son lo que se dice espontáneas y naturales. Quiere el destino que el verano vaya extinguiéndose -sin desaparecer- y se inicie el nuevo curso político, que es más lo primero (un curso escolar) que lo segundo (político). Las plantas de Su Peronísima han vuelto a pisar el suelo del Quirinale acompañada de su habitual cohorte de pescados. Vienen morenos (Bonilla no es el único) y felices porque han disfrutado de (más) vacaciones, coche oficial a pie de playa y boquerones en salazón. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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