Los socialistas indígenas viven una suerte de involución. No sólo en términos electorales –el Quietista Espadas cosechó los peores resultados electorales del PSOE en la Marisma– sino mentales. Incapaces de impulsar cualquier renovación o reformismo, ni siquiera escénico, la ratificación por parte del Tribunal Supremo de la condena de los ERE los ha conducido a un callejón que no tiene salida. No parece que vayan a volver al Quirinale en décadas -cuando termine la actual legislatura el Reverendísimo llevará siete años, siete, como presidente de la Junta- y siguen encerrados en el laberinto que encarna su propio pasado. Por un lado, niegan la evidencia, igual que los adolescentes, al insistir en que Griñán y Chaves son inocentes, olvidándose -cosa harto llamativa- del resto de encausados. Es, sin duda, una forma de delirio generacional travestida de una (falsa) piedad que rara vez han practicado con los demás.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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