Los relojes suizos, famosos por su perfección, señalan la hora exacta, pero no son capaces de marcar la hora subjetiva. El paso del tiempo es una experiencia individual. Aunque se rige por parámetros universalmente convenidos, no está libre de desajustes. Eso es lo que ocurre en Andalucía después de que las elecciones en Castilla y León hayan evidenciado que el proyecto Casado no avanza y que Génova, incluso en territorios donde se sentían tan seguros como para acelerar los tiempos, ansiosos por abrir un presunto desfile (triunfal) hacia la Moncloa, ha descubierto su propio techo. Es excepcionalmente bajo en relación a sus aspiraciones. El ascenso de Vox en la España interior tiene ya réplica en el sur: Juanma Moreno Bonilla, que se fue a Dubái oliendo que la victoria de su partido sería una derrota, reconsidera su calendario y, en contra de la convicción de hace unas semanas, ahora cree que ya no es buena idea disolver el Parlamento antes de primavera. La tesis que manejaba el Quirinale hasta el domingo era la contraria: el hundimiento (categórico) de Cs, sumado al colosal malestar social provocado por el colapso en la sanidad pública o a la decisión de legalizar los pozos ilegales que secan Doñana dibujaban un tormentoso itinerario de desgaste político hasta los comicios.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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