Ciudadanos (Cs) ha cambiado definitivamente de orilla. La equidistancia que ha caracterizado desde su creación al partido de Albert Rivera, que comenzó siendo un proyecto vagamente socialdemócrata y reformista para pasar más tarde a definirse como liberal, parece haber llegado a su estación término. Si tras su irrupción en las instituciones nacionales, hace menos de un lustro, su política de alianzas consistió en pactar indistintamente con el PP (en Madrid) o con el PSOE (en Andalucía), dependiendo siempre de acuerdos programáticos, el adelanto de las generales evidencia que, lejos de querer permanecer en el centro del tablero político, sus dirigentes han optado por ubicarse en el bloque de las derechas que ocupaban PP y Vox. La decisión de su Ejecutiva de no apoyar “ni al PSOE ni a Sánchez” a partir del 28-A busca, indudablemente, evitar una posible fuga de votos por la derecha –el PP llevaba varios días insistiendo en este mensaje–, pero llega después de dos antecedentes categóricos. En primer lugar, el acuerdo de gobierno en Andalucía con el PP (que a su vez mantiene otro con Vox). Y, en segundo término, la célebre foto de la plaza de Colón de Madrid, donde Casado, Rivera y Abascal compartieron juntos escenario en un momento en el que las encuestas teorizan sobre un tripartito con mayoría suficiente en Madrid. Entre ambos hitos los matices, y sobre todo los reparos expresados en Andalucía, han saltado finalmente por los aires.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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