La Reina de la Marisma ha vivido una semana plena de contrastes. Como a Ella le gusta. Una vez más, con la misma actitud marcial de todos los años, se ha paseado por la Feria de Sevilla, presumiendo de porte y fingiendo falsa cordialidad con un Pedro Sánchez que parece haber sustituido sus antiguos planes de reconquistar el Sur por la salsa albero. Eso se llama ir a menos. Apenas un día después del beso fraternal con el secretario general, por supuesto a la manera bíblica de Judas, la Querida Presidenta se marchaba, ataviada con un terno gris, a la Moncloa, donde Rajoy la recibía durante un ratito -no hay que pasarse; Ella está encantada de conocerse y habla por los codos- para tratar el asunto de la financiación autonómica.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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