Venimos sosteniendo en solitario, que es como se hacen las cosas importantes, que el PP del cambio (que jamás llegó) se ha convertido en otro PSOE. No han tardado en aparecer los imitadores al calor de nuestra estela. ¡Aleluya! Son la primera señal (lamentable) de cómo el éxito degrada la condición humana. La sucesión de los días –que quedan para las elecciones– no hace más que otorgarnos la razón. Ocurre sin cesar: los políticos de extremo centro son no ya reversibles con respecto a sí mismos, sino perfectamente intercambiables. Si el Ungido Espadas se prepara para su solemne coronación en Torremolinos -temporal, como todas-, proclamando que la República Indígena es socialista (cosa que, si fuera cierta, no lo hubiera colocado en la oposición), el Reverendísimo Bonilla y el Adelantado Marín, envidia de las academias, han volado hasta el World Trade Market de Londres para intentar convencer a los británicos, especialmente a la sección de los grandes bebedores de cerveza, de que pueden volver a Andalucía para llenar los bolsillos de los industriales del sol.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
Deja una respuesta