El periodismo, que es una de las formas en las que se presenta la literatura vulgar –léase en el sentido de prosaica–, sobrevive a duras penas gracias a la vocación de muchos periodistas y medios que, ante las servidumbres del entorno digital –ese magma imperante–, han sabido construir un espacio de libertad sin refugiarse en los lamentos, tan habituales en el gremio. En la última década todos –en mayor o menor medida– hemos atisbado, sufrido o vislumbrado la música (difunta) de un sepelio mil veces anunciado y, sin embargo, desmentido por la realidad cierta de los hechos: el Apocalipsis, como dice la Biblia, ha llegado, pero seguimos leyendo periódicos, aunque sea gratis y en el móvil, que es el señor de nuestros días y de nuestras noches.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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