“La Fortuna adversa instruye”. Lo dejó escrito Boecio, el último filósofo romano y el primer escolástico, en su maravilloso tratado (alegórico) sobre la calamidad y la aflicción –Consuelo de la Filosofía–, uno de los libros de cabecera del gran Ignatius J. Reilly, el personaje de La conjura de los necios de John Kennedy Toole. La obra, un diálogo figurado entre un Boecio encarcelado y una dama que representa a la Filosofía, predica un estoicismo razonado –y más que razonable– que previene sobre la apariencia de injusticia que sufren las almas puras. “Lo realmente justo” –sostiene la alegoría de la Filosofía– “es compadecer a los culpables. La razón para llevarlos a juicio no debería ser la cólera sino la piedad, como quien lleva al médico a un enfermo para que el castigo lo cure de la enfermedad que es su crimen”. La enseñanza arroja una luz portentosa sobre la encrucijada judicial de José Antonio Griñán, uno de los dos expresidentes de la Junta de Andalucía condenados por el escándalo de los ERE.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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