“En el principio fue el Verbo y el Verbo era Dios”, escribe San Juan en el primer versículo de su evangelio. En efecto, la creación comienza con un acto de habla. La discordia, también. El lenguaje configura el universo, salvo en la política indígena, donde las cosas son según se las nombre. Esto es: fluctuantes, relativas o, como decía Montaigne, ondulantes. Una cuestión nominativa ha causado el primer gran pulso de esta segunda fase de la legislatura, que en los meses venideros se va a complicar sobremanera para el Quirinale. Y el responsable –¡un aplauso para él!– es el consejero de Educación, Javier Imbroda (Melilla, 1961), malagueño de adopción, entrenador de baloncesto de profesión y empresario (educativo) de ocupación. Tres patas distintas para un banco –Cs– que, según las últimas encuestas, se tambalea.
El Bestiarium en El Mundo.
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