Valle-Inclán, de cuya muerte se cumplen este enero 86 años, dedica al arte de los espejos, ese objeto (mágico) que convierte el idealismo en vulgaridad, una frase misteriosa: “Cuando contemples tu imagen, evoca tu sombra de niño; quien sabe del pasado, conoce el porvenir”. El reflejo, en efecto, es una reverberación de la consciencia: muestra lo que ambicionamos por el impertinente procedimiento del desmentido, al descubrirnos sin piedad lo que en el fondo todos somos. No sabemos si ésta era la intención íntima del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, cuando esta semana se fotografiaba en Málaga junto a un hermoso busto (magullado) del emperador Antonino Pío, miembro de la estirpe de Pontifex Maximus que comienza con Nerva y termina con Cómodo gracias a la sustitución de la filiación de sangre por la adopción política. Si no lo era, desde luego, lo parecía mucho.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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