“Piensa en esto: cuando te regalan un reloj, tú eres el regalado, es a ti a quien ofrecen para el cumpleaños del reloj”, escribe Julio Cortázar en su memorable Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, una suerte de prosa divagatoria que destila un proverbial humor negro: “Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda y remóntela suavemente”. El suicidio inducido, en principio, no forma parte del arte de la política, pero el ejercicio del poder en muchos casos lleva a sus víctimas, sin sospecharlo, hasta el borde mismo del precipicio y les anima –con una palmada en la espalda– para que consumen su propia extinción. Parecer ser el caso del PP en Andalucía, cuyo consejero maior, Elías Bendodo, conocido como El múltiple, porque igual ejerce de portavoz de la Junta que como presidente del partido en Málaga o negociador de hierro en favor de Moreno Bonilla, pretendía –por supuesto con el desinteresado consenso de los socialistas– cambiar la ley que regula el Consejo Consultivo de Andalucía, un alto órgano asesor creado por los socialistas como parte de la estructura autonómica donde, desde el origen mismo de los tiempos, el PSOE ha ido otorgando asilo (pensionado o protocolario) a sus ilustres caídos en desgracia o castigados con las mieles del ostracismo, que durante sus casi cuarenta años de hegemonía en el Sur era una situación, si no envidiable, indudablemente cómoda.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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