“Un consejo presto es recomendación segura, pero si tarda en exceso se torna temerario”. Algo así dejó dicho –en latín– Tito Livio, el historiador que cuenta la historia de Roma desde la (ficticia) llegada de Eneas a la Península Itálica hasta la época de Druso, el Mayor, padre de Claudio, abuelo de Calígula y bisabuelo de Nerón. Livio necesitó más de un centenar de libros de su monumental Ab urbe condita para trazar las genealogías de los patricios, la ambición carnal de los divinos césares y las sangrientas guerras entre estirpes. Nuestras elecciones son el equivalente más cercano en las democracias a aquellas primitivas batallas que fueron la extensión marcial de la política con los categóricos argumentos de las lanzas y las espadas.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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